Desafíos y Oportunidades en la Reconstrucción de Puerto Rico: Una Reflexión sobre el Manejo de Permisos y la Planificación Territorial Post-María
Recientemente, me vi envuelto en una situación abrumadora al decidir, por primera vez, presentar una querella ante la policía de Puerto Rico durante una emergencia nacional. Admito que no podría haber elegido un peor momento que justo después del paso de un huracán de categoría cinco. Aunque por momentos pensé que la edad mermaba mi tolerancia, un instante de introspección me llevó a buscar la raíz del problema, sin detenerme a pensar en los posibles daños a los que me exponía debido al ensordecedor ruido de una supuesta planta eléctrica “silenciosa”.
Las plantas eléctricas se han convertido en un auténtico dolor de cabeza, no solo por el impacto de sus altos decibeles, sino también para las autoridades que deben gestionar innumerables querellas diarias relacionadas con esta molestia.
Consideremos, por ejemplo, el caso de un “Home Care” ubicado en una zona residencial. Podría parecer insensible quitarle una planta eléctrica a un hogar de ancianos que depende de ella para servicios esenciales como el suministro de oxígeno. La mera idea resulta aterradora.
La coexistencia y falta de civismo, exacerbada por un sistema de permisos ineficaz, ha generado numerosos conflictos entre ciudadanos, poniendo a prueba la convivencia y frenando el emprendimiento y el desarrollo económico.
La concesión de permisos en Puerto Rico ha sido largamente criticada, especialmente tras desastres que han evidenciado problemas graves que comprometen la seguridad y el bienestar de la población. Inundaciones, derrumbes, deslizamientos de tierra, y daños ambientales irreparables son solo algunos ejemplos de las consecuencias de un sistema de permisos defectuoso, a menudo marcado por favores políticos o corrupción administrativa.
Aunque no soy experto en planificación territorial, el sentido común sugiere que estos problemas deberían haberse considerado antes de otorgar cualquier permiso. Sin embargo, nos enfrentamos a un enredo administrativo que será difícil y costoso de resolver. Esto revela la ineficacia con que se ha manejado la Oficina de Gerencia de Permisos de Puerto Rico durante años.
En el pasado, hemos visto gobernadores intentar solucionar errores de décadas con complejas operaciones fiscales, sin éxito. Esto nos enseña que, aunque el mundo no se construyó en un día, en un día podemos tomar decisiones cuyas consecuencias nos acompañarán por mucho tiempo.
El huracán María ha presentado innumerables oportunidades de desarrollo. Siguiendo la teoría de Naomi Klein en “La Doctrina del Shock”, que sugiere que el capitalismo se beneficia de las crisis para implementar reformas impopulares, debemos considerar una reconstrucción radical que parta de cero y se haga correctamente.
Puerto Rico enfrenta un momento crucial: es tiempo de actuar con base en una planificación y concesión de permisos responsable. Muchas leyes han sido cuestionadas y, a menudo, la aplicación de estas leyes no refleja la intención original del legislador, creando más problemas en su implementación.
Nos preguntamos, entonces, ¿cómo puede la justicia jugar un papel crucial en este proceso? ¿Tendrá el gobierno de Puerto Rico la capacidad de expedir permisos basados en una planificación responsable?
Vivimos tiempos difíciles en Puerto Rico, pero tenemos la responsabilidad de corregir errores para entregar a las futuras generaciones un lugar donde la convivencia y el desarrollo económico sean pilares de nuestra sociedad, evitando a toda costa una permisología indiscriminada.
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